Tras la jornada en Nuwara Eliya, partíamos en tren hacia el que fue uno de los lugares que más me sedujo de todo el viaje, Haputale.
Nuwara Eliya no tiene estación de tren, hay que llegar a la de Nanu Oya, aproximadamente cada media hora sale un autobús hasta allí. El trayecto dura unos 30 minutos.
Los horarios de tren dirección Badulla eran: 3.30, 9:30, 12:35, 16:00 y 18:25 (sólo a Haputale).
El preciohasta Haputale en 3ª clase, sin reserva de asiento nos costó 40 LKR, es decir 0,25€ por uno de los trayectos de tren más bonitos del mundo.
No tuvimos muy buen recibimiento, al llegar empezó a llover, hasta ahí todo normal, como casi todo el viaje, pero la lluvia era cada vez más fuerte y buscar alojamiento fue complicado. Primero porque confiamos en un “guía” que nos dijo que conocía una guesthouse barata aquí al lado. La frase “aquí al lado” es relativa porque resultó que la casa estaba bastante alejada y porque algunas calles, en cuestión de segundos, se convirtieron en ríos y acabamos con las botas totalmente inundadas. Nota, si no quieres acabar como un gatico recién salido de la bañera y que tu mochila tenga más agua que la cantimplora, usa un poncho chubasquero.
Cosas que ver y hacer en Haputale
Lo atractivo de Haputale está en su entorno, el pueblo en sí mismo no tiene nada de especial, muy pequeño y poco enfocado a los turistas, allí es todo muy local, de hecho sólo estábamos unos pocos extranjeros, parece que la mayoría se va directamente a Ella, lo cual se agradece porque los precios eran bastante más baratos.
Nuestra intención era tomar esta pequeña localidad montañosa como lugar de referencia para subir a “Lipton’s Seat”, desplazarnos a la “Cascada de Bambarakanda” y visitar el “Templo Dowa” (cerca de Bandarawela), pero el mal tiempo nos arruinó los planes y sólo pudimos hacer lo primero, eso sí, dándonos el megamadrugón para aprovechar el ratito de tregua que daban las previsiones de lluvia.
El Lipton’s Seat, a 1970 m. sobre el nivel del mar, es el lugar donde al señor Thomas Lipton le gustaba admirar su imperio del té. Conviene estar allí antes de las 10 para evitar la niebla y si el día es bueno la panorámica es impresionante, se puede llegar a ver el mar. Nosotros no tuvimos esa suerte.
Para llegar negocia con un conductor el día antes para que te lleve desde Haputale, o bien que te deje en la fábrica de té Dambatenne, a 11 km del pueblo, y desde allí subir andando los 7 km hasta el Lipton’s Seat. También sale un autobús desde Haputale hasta la fábrica pero el primero es a las 6:30 (“demasiado tarde”)
Nosotros lo hicimos a pie desde la fábrica y es lo que recomendamos, al menos uno de los trayectos. El camino está asfaltado, es fácil de subir y merece la pena tanto o más que el propio Lipton’s Seat, con más razón si llegas y está cubierto por un manto de nubes que no te deja contemplar las vistas.
Mientras subes estas rodeado de kilométricas plantaciones de té, hasta donde alcanza la vista, parece un perfecto jardín, verde intenso y brillante. Sin duda, uno de los mejores paisajes que hemos podido presenciar en nuestra vida durante tanto rato seguido. Lo guardaré en mi retina para siempre.
——-Momento de máxima felicidad——
Por si no fuera una estampa suficientemente exótica, en el momento que bajábamos, las mujeres tamiles recolectoras de té empezaban a trabajar. Ahora el inmenso verde se veía salpicado por sus trajes de colores y su sonrisa. Fue una pena no poder charlar con ellas y hacerles millones fotos, pero empezó a llover con fuerza y tuvimos miedo de acabar como el día anterior, suerte que nos salvó un tuk tuk que pasaba por allí que nos bajó sanos y secos.
Así que después de esta experiencia, digo que si vas con muy poco tiempo y te gustaría conocer las plantaciones de té, nuestro consejo es que prescindas de Nuwara Eliya y te vengas directamente aquí.
Alojamiento en Haputale
Desde casa había visto un montón de alojamientos interesantes que apunté pero con la lluvia no encontrábamos nada.
Una buena opción que sí vimos pero no nos quedamos porque íbamos con actitud muy regateadora puede ser el Srilak View, las habitaciones estaban bien y daban a un jardín con unas buenas vistas a las montañas, pedían 1500 LKR. Hay que reconocer que no estaba nada mal.
Al final nos quedamos en una casa que alquilaba habitaciones por 800 LKR, un precio justo para lo que era. Más sería abusar.