Senda Ecológica de los Molinos de Navalagamella

Ruta con niños, y nunca mejor dicho porque íbamos con 6, de 3 a 5 años, recorriendo la Senda Ecológica de los Molinos en Navalagamella. Una ruta ideal para hacer en un día de primavera pero no demasiado caluroso, a no ser que sólo vayas a quedarte en el río.

Os planteamos dos opciones de ruta:

La primera, nuestro pensamiento inicial, era hacer un recorrido lineal de unos 5 km. ida y vuelta por el Camino del Molinero. Si te decantas por esta opción, debes dejar el coche en el Parking Ruta de los Molinos en el kilómetro 24.5 de la M-510 y tomar como referencia una enorme casa de campo desde dónde es fácil encontrar el camino.

A pocos minutos siguiendo el cauce del río en sentido ascendente, encuentras el primero de los molinos y 400 metros más tarde el segundo.

Continuaremos por el mismo sendero durante un kilómetro hasta llegar a una enorme, horrorosa y desentonante tubería  que cruza el cañón. Aquí continuaremos por la derecha siguiendo la orilla del río. En este tramo hay varias praderas y playas perfectas para parar a descansar, jugar, bañarse… y lo que se te ocurra.

Desde aquí podemos hacer dos cosas, si nos vemos con fuerza, añadir un kilometro a la ruta hasta llegar a las ruinas del puente o bien podemos desandar lo andado para volver por nuestros pasos hasta el coche.

La segunda es la ruta completa, por la que al final nos decantamos, circular de unos 7,5 km  y creo que mereció la pena. Tras la paliza que se metieron los peques no sé si estarán de acuerdo conmigo, o si por el contrario, hubieran preferido hacer la corta que era la única zona dónde bañarse. Eso nunca lo sabremos (ni queremos saberlo).

Con la primera de las rutas, aunque sea lineal, disfrutas de la parte más bonita y entretenida del camino.

Cuando hablamos de dificultad moderada lo decimos por algún pequeño tramo que remonta a cierta altura sobre el río en el que hay que vigilarlos especialmente y advertirles que no se acerquen al borde y por la escalada de algunas piedras para los niños más pequeños, nada imposible pero a veces tendremos que ayudarlos.

Esta alternativa arranca en Navalagamella, una población de la Sierra Oeste de Madrid que se encuentra a unos 60km de la capital.

Una vez en este pueblo de nombre impronunciable (a la primera) hay que dirigirse al Mirador del Hondillo donde dejaremos el coche y nos haremos una idea de lo que nos espera.

Vistas desde el Mirador del Hondillo

Antes de meterme de lleno a describir la ruta tengo que poneros en contexto, es decir, plantear las condiciones que determinaron la decisión de este recorrido:

  • Imprescindible rio o similar, en este caso el rio Perales
  • Que tuviera sombra, pero no demasiada porque sólo estamos a primeros de mayo y aun no era momento de quitarse el sayo (por lo menos del todo) y pronosticaban importante bajada de temperaturas.
  • Que tuviera zonas soleadas para cuando el sayo sobrara
  • Áreas de descanso con bancos y mesas o espacios adecuados para un picnic seguro y “tranquilo”

Bueno, arrancamos dirigiéndonos a la derecha desde el mirador descendiendo por una pista forestal ancha y bastante sencilla que nos conducirá sin demasiado esfuerzo hasta nuestro primer contacto con el rio (Km. 1).

Tras la paradiña de rigor para adaptar nuestra indumentaria a las condiciones meteorológicas seguiremos por el camino de la izquierda durante unos tres kilómetros hasta llegar a la zona del puente sobre el río que he mencionado al principio.

Pese a que en el trayecto hay bastantes zonas perfectamente acondicionadas para un picnic, nosotros preferimos alimentarnos y descansar aun más en contacto con la naturaleza, y en un lugar como este la única forma de conseguirlo es hacerlo a ras de hierba en una pradera a la orilla del rio.

No exagero si digo que aquí se produjo el MOMENTO de la jornada, no porque el bocata de chorizo supiera a gloria (que también), si no por una imagen que no había visto antes: millones de flores recorriendo el cauce de un rio.

Desde aquí el camino se anima. Para empezar se estrecha hasta convertirse en un sendero con algunos tramos de “escalada para dummies y preescolares”, hay toboganes rompepantalones naturales (cualquier piedra en la que arrastrar el culo) por todas partes y para colmo hay playitas fluviales en las que nuestros pequeños aguerridos no pudieron evitar zambullirse, aun sin estar equipados para ello.

*Nota mental: además del sayo echar una muda o dos.

En el kilometro 4 más o menos, tras rebasar la enorme, horrorosa y desentonante tubería, giraremos a la izquierda y continuaremos un kilómetro.

A estas alturas de camino habrás olvidado el nombre de esta senda: los molinos, concretamente el Molino del Altillo y el Molino Baltasar que por cierto son bastante curiosos al tratarse de “molinos de cubo” (otra cosa que no había visto antes).

Poco más de dos kilómetros de senda y flores más tarde volveremos por nuestros pasos a la cuesta inicial, aquella, y cito textualmente, pista forestal ancha y bastante sencilla que nos condujo, sin demasiado esfuerzo,  hasta el rio, ahora se transforma en una empinada pendiente en la que se empiezan a escuchar voces de “me coges”.

Menos mal que el MOMENTO cuesta pasó rápido y no fue necesario que ningún miembro del grupo pasase por el regazo de nadie, aunque a mí no me hubiera importado que algún voluntario o voluntaria me hubiesen subido a la sillita de la reina, pero como no pudo ser, me quedaré con estos PRECIoSOS MOMENTOS primaverales que nos regalaba cada paso del camino.

En definitiva, la Senda ecológica de los Molinos, sea cual sea la opción que elijas para realizarla es una ruta perfecta para hacer con niños, sobre todo en el PRECIOSO MOMENTO de la primavera.

Aquí os dejamos el track de la ruta en wikiloc pinchando la imagen

Compartir

Deja un comentario