Oporto en dos días

Con Oporto hemos ido de menos a más. La primera impresión no fue muy buena, nos alojamos en una zona fea algo alejada del centro, sin embargo poco a poco fuimos descubriendo la belleza de esta acogedora ciudad y terminó por encandilarnos, aunque por su aspecto descuidado y decadente, dudo que sea un destino a gusto de todo el mundo, digamos que es de belleza subjetiva.

Es una ciudad antigua, conocida por su vino de “Oporto” y con un centro histórico que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996. En dos días puedes conocerla bastante bien, además, lo suyo es hacerlo a pie porque todo está cerca y porque lo mejor está en sus detalles, en sus callecitas, fachadas de azulejos, coloridas, algunas rehabilitadas pero gran parte desconchadas, adoquines, ropa tendida, otras son más amplias con edificios señoriales, pero sobre todo hay que ir preparado para las numerosas cuestas que a cambio te ofrecerán inesperados miradores y perspectivas diferentes.

Pasando a detalles más concretos, hago un pequeño recorrido y te cuento cuales son los lugares fundamentales que ver en Oporto.

Si sólo tienes unas horas para conocer la ciudad vete directamente a los dos últimos párrafos, si no, un buen punto de partida para explorarla es la Plaza de la Libertad y Avenida de los Aliados, la calle más ancha y elegante de todo el centro, con edificios majestuosos y modernistas. 

Ya que estás en esta zona merece la pena acercarse al Mercado de Bolhao y sus alrededores. Ubicado en un edificio con un interior casi en ruinas, dividido en dos pisos y un patio central donde encuentras los típicos puestos de embutidos, carne, pescado, flores y souvenirs. Este mercado que parece de otra época representa muy bien la esencia de la ciudad. Recuerda visitarlo por las mañana.

Justo al lado, en la Rua Formosa, no te puedes perder este bonito local histórico de productos gastronómicos típicos del país, A Pérola Do Bolháo, aunque sólo sea por ver su fantástica fachada de estilo “Art Noveau”.

 

En Rua Santa Catarina, calle peatonal-comercial de cualquier ciudad europea, se encuentran varios puntos de interés. En el 112, está el Café Majestic, aunque no es nuestro local ideal, es un icono de la ciudad. Un café con estilo Belle Époque que abrió sus puertas en los años 20, años más tarde lo restauraron y hoy mantiene todo su esplendor, muy ornamentado, con camareros uniformados que te abren la puerta y un café a precio Starbucks. 

Rua Santa Catarina

También puedes ver dos de las Iglesias más bonitas de la ciudad con fachadas recubiertas de los típicos azulejos portugueses azules y blancos, la Capilla de las Almas y dirigiéndote hacia la Plaza de Batalha, la Iglesia de San Ildefonso.

Muy cerca de aquí se encuentra la Estación de São Bento, qué afortunado el que llegue a Oporto en tren y con lo primero que se tope es con su recibidor, decorado también a base de azulejos, con ese toque nostálgico y romántico que tiene las estaciones de tren y que a mí me hizo sentir como si estuviera en película antigua. No sé si estará clasificada como una de las estaciones más bellas, pero debería. 

Otro imprescindible es la Torre de los Clérigos, monumento emblemático, con sus 75 metros de altura es visible desde muchos puntos de la ciudad. 240 escalones y 3€ son un precio muy bajo para la recompensa que te espera: las mejores vistas de Oporto. 

En Rua das Carmelitas 144, muy cerca de la Torre de los Clérigos, se ubica la LibreríaLello & Irmao, otro local que nos transporta al pasado, o a Harry Potter, porque la autora de la saga que estuvo viviendo en Oporto, se inspiró en ella para describir la biblioteca de Hogwarts. No me extraña que haya sido elegida entre las más bellas del mundo, aunque es una pena que las hornadas de turistas acabemos restándole magia a un lugar así.

Partiendo desde la plaza donde está la Estación de SãoBento está la Rua das Flores, una de las calles más cuidadas que me encontré en la ciudad, peatonal, con cafés que invitan a sentarte, con su típica Iglesia de azulejos, arte callejero y algunas tiendecitas interesantes, no las de siempre. 

La visita al edificio religioso más importante de la ciudad, la Catedral y su claustro, tampoco hay que perdérselo, pero no sólo por el monumento en sí, sino porque desde su plaza y desde  las escaleras que la rodean tendrás unas buenas perspectivas de Oporto.

Ya junto al río Duero, está el pintoresco barrio de la Ribeira, lo de ser Patrimonio de la Humanidad lo tuvieron que decidir aquí, seguro. Es el más turístico pero mantiene lo cotidiano, sobre todo si te adentras por sus callejuelas. La calle principal que avanza junto al río está muy animada, con embarcaderos,  restaurantes con terrazas y puestecitos. Se ve que las obras de rehabilitación de los últimos años se están dedicando sobre todo a esta parte y lo están dejando a punto de caramelo. Tendré que volver para comprobarlo.

 
 
 
 
 
 

Pero si hay algo que no puedes dejar de hacer es cruzar el espectacular Puente de Luis I, de día y de noche. Por la parte de abajo para llegar a Vila Nova de Gaia, donde están las famosas bodegas, para algunos su razón de venir hasta aquí, o simplemente pasear y disfrutar de la panorámica que queda en la otra orilla. Por la parte alta del puente para dirigirte a los mejores miradores, el Jardim do Morro, o si cruzas la calle y empiezas a descender un poco llegarás a otro enclave perfecto, donde además no hay casi nadie y la vista abarca también el puente. Si la ciudad no te ha cautivado en este lado del río, dudo que lo haga en otra parte.

 

 
 
 
 
 
 
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