Escapada por Banyoles y la Garrotxa

El pasado puente (tres míseros días de ná) hicimos un viaje por la Garrotxa en familia. La idea inicial era ir al Pirineo Catalán pero hacerlo en octubre es como tirar una moneda al aire, igual tienes un tiempazo que te saca los «camachos», que hace tan malo que esta entrada podría llamarse “Viaje a Mordor con niños”, sobre todo desde que el cambio climático es tan evidente.

Aunque no pertenezca a esta comarca decidimos alojarnos en Banyoles porque al tratarse de un pueblo bastante turístico resultaba más fácil  encontrar alojamiento, porque está a tiro de piedra de la Costa Brava por si necesitáramos huir a tierras más cálidas y está bastante cerca de Girona, por si tuviésemos que huir a un centro comercial techado en caso de diluvio universal.

 

Además Banyoles es la entrada lógica y práctica al Parque Natural de la zona volcánica de la Garrotxa que era nuestro objetivo y luego está su famoso estanque del que se dice que es el más grande de la Península Ibérica. También he leído que es el más grande de España, incluso que es el más grande de Cataluña, todo depende de la fuente de la que se saque la información pero a nosotros el tamaño no nos importa.

L’ Estany de Bañyoles es un lago “natural”, que está muy bien montado o mejor dicho, se lo han montado muy bien a su alrededor. Hay tramos que son perfectos para pasear con senderos perfectamente señalizados, un carril bici perfecto para recorrer sus más de 8 kilómetros perfectos de perímetro, hoteles y terrazas perfectas, dos imperfectas zonas de baño que son de pago (Club de Natació Banyoles y el Bar Els Banys Vells) y otra perfecta gratuita (Casa de Fusta). Todo es tan perfecto que me he visto obligado a entrecomillar la palabra “natural” al inicio de este párrafo para hacer honor a la verdad.

Sin embargo, hay algo que marca la diferencia de este lugar con muchos otros lagos con pinos en la otra orilla y ese otro “algo” son Les Pesqueres.

Les Pesqueres son pequeñas casitas de pesca que la ostentación ha ido convirtiendo con los años en pequeños palacetes. Se reparten fundamentalmente en la orilla mas urbanizada y aunque cada una de ellas tiene nombre y personalidad propia las más destacadas son la Pesquera de Marimon y la Pesquera d’en Lero donde se encuentra ubicada la oficina de información turística.


En la oficina de turismo te facilitarán toda la información que necesites sobre las rutas a realizar, te aconsejan sobre posibles lugares cercanos que pueden interesarte, puedes alquilar bicicletas, conseguir una barquita de remos o embarcarte en un ferry que da la vuelta completa al lago.

 

Nosotros intentamos hacer la ruta a pié que pasa por el balneario de Font Pudosa y llega al bosque de Les Estunes pero estaban reparando las pasarelas que cruzan las ciénagas y no pudimos concluirla en su totalidad (plano de la ruta).

Balneario Font Podosa

Frustrada la caminata, aproveché que aun era temprano para reservar unas bicis. Si me gustara realizar reseñas en TripAdvisor le habría puesto a lo sumo 2 estrellas a esta actividad porque el servicio dejó mucho que desear.

Pese a los retrasos y líos para obtener dos bicicletas con un asiento para niños que ya estaban prereservadas, que la clavada ascendiera al triple de lo que estamos acostumbrados a pagar por un servicio similar, que una de ellas tuviera una rueda deshinchada y que la otra llevó el sillín en posición sodomía la mitad del trayecto, pese a que el camino pierde mucho encanto en cuanto dejas de tener el lago a la vista y que para colmo me dejé olvidado el útil de la Gopro pillado al manillar, pese a todo esto, recorrer el lago de Banyoles en bicicleta es algo totalmente recomendable. 

No es que Banyoles no ofrezca más atractivos que el lago y el entorno que lo rodea, pero en una escapada tan corta hay que ajustar muy bien el tiempo y debemos reconocer que le  dedicamos bien poco, apenas recorrimos las calles peatonales del centro, paseamos entre los pórticos y las terrazas de la Plaça Mayor e hicimos una parada en una juguetería que nos sorprendió por su propuesta alternativa a los juguetes comerciales habituales: Calidoscopi.

Nuestra estancia coincidió con la X Feria Medieval Fantástica de Banyoles lo cual no contribuyó a aumentar nuestra motivación por conocer más de este pueblo, pero si contribuyó a aumentar la de miles de visitantes ávidos por adquirir artículos tan propios del Medievo como viandas de la época envasadas al vacío con sus colorantes y conservantes acompañadas de una cocacola, especias procedentes de las Américas, artesanía tradicional “made in china” y carcasas para el móvil.

 

Para no tener mucho que ver, Banyoles me ha dado bastante de que hablar en esta entrada (casi mil palabras) y eso que no me he tirado de cabeza, nunca mejor dicho, a contar las leyendas que envuelven al monstruo que mora este estanque  y que pueden resultar interesantes de cara a “montarte una película” para entretener a los más pequeños, siempre que les interesen estos temas y que tengan la edad suficiente para entenderlos.

 

Hablando de entretener a los “enanos”, para hacer más amena la segunda jornada de nuestro viaje en familia por la comarca de la Garrotxa, improvisamos la búsqueda de una princesa entre castillos y bosques.

La primera parada de nuestra gesta en busca de la heredera real fue Santa Pau, y la verdad es que estaba tan bien ambientada que parecía que pudiéramos toparnos con ella tras la esquina de cualquiera de sus calles medievales.

Santa Pau garrotxa
Santa Pau
Santa Pau
Plaça Mayor Santa Pau

Recorrimos el pueblo de arriba abajo, miramos en todos los pórticos de la Plaça Mayor y en la iglesia pero ni una noticia, solo la Nena de Santa Pau fue capaz de ponernos sobre la pista de la esquiva princesita quien con las manos en la espalda y sin levantar la mirada nos dijo que la había visto deambular por un bosque cercano.

Telma preguntando a la Nena de Santa Pau por la princesa

Seguimos las instrucciones de la nena y en pocos kilómetros llegamos a la Fageda d’en Jordà. Preguntamos en la Oficina de Turismo de este fantástico hayedo único es España y nos dijeron que su alteza podría haber elegido entre más de 28 senderos señalizados, pero que seguramente se habría decantado por una ruta circular de unos 35 minutos de duración en condiciones normales.

Como siempre suele suceder, nuestras condiciones no eran normales porque a la localización de nuestra pequeña noble imaginaria teníamos que añadir los “deberes” que traíamos desde la guardería que consistían, nada más y nada menos, que en recoger algunas hojas secas. Tres hojitas nos duró el juego, el tiempo suficiente para que Telma descubriera que recolectar bellotas era mucho más entretenido.

La Fageda den Jorda
La Fageda d’en Jordá

No hemos estado en este lugar en otra época del año, pero no nos cabe duda que el otoño es el mejor momento para hacerlo porque supone verdadera explosión de los colores típicos de esta estación.

Entre las bellotitas de la niña, el embobamiento de los padres por todos los detallitos otoñales y que la dichosa princesita seguía sin aparecer se nos echó la hora encima de más.

Detalles embobadores

Nuestra intención era comer tranquilamente en Olot. A la entrada del pueblo encontramos el lugar perfecto: Can Guix. Comida casera, barato, con menú infantil y con unas reseñas inmejorables, pero con posibilidad de mesa para la hora de la merienda y nosotros no teníamos tanto margen.

Comimos en otro que no recordamos porque todo el rato teníamos la sensación de que habría merecido la pena esperar, pero bueno, al menos comimos.

Sant Joan Les Fonts era nuestro próximo destino. Aquí recuperamos gran parte del tiempo perdido. Sólo queríamos ver dos cosas: la Iglesia de Sant Joan Les Fonts y el Salt del Molí Fondo que están muy cerca el uno del otro en una zona de fácil acceso y aparcamiento (por lo menos a la hora que nosotros llegamos).

Iglesia de Sant Joan Les Fonts / Salt del Molí Fondo

A pocos kilómetros de Sant Joan está Castellfollit de la Roca. Saturados de tanto adoquín y ambiente medieval, pero sobre todo, porque la pequeña dormía plácidamente en el coche y nos daba penica y miedo a partes iguales despertarla, decidimos parar y aprovechar el ocaso para pillar la imagen más típica de este lugar.

Castellfollit de la Roca visto desde la pasarela

El colofón lógico para una ruta por los pueblos de la comarca de la Garrotxa es Besalú por muchos motivos: su casco histórico, la Plaza y el Monasterio de Sant Pere, incluso podrás ver la Torre Eiffel sobre una semilla de amapola en el Museo de miniaturas y microminiaturas, pero sin duda lo que convierte en imprescindible el venir hasta aquí es el Puente de Besalú cuyas imagen habla por sí sola:

Besalú
Puente de Besalú
Besalú Plaza Mayor
Plaza Mayor de Besalú

Aunque dudamos debido a las condiciones climatológicas en el último día de nuestra estancia por aquí, no podíamos abandonar esta zona traicionando su propio nombre, es decir, sin ver ni un solo volcán de la zona VOLCANICA de la Garrotxa.

Como somos unos agonías, queríamos ver el mayor número de volcanes en el menor tiempo posible. In extremis encontramos una actividad organizada por el Camping Lava que consistía en un recorrido por cuatro volcanes de la zona en una reproducción del antiguo tren que unía Olot y Girona. Aunque el “maquinista” amenizó todo lo que se podía el trayecto, a nosotros ver los conos volcánicos desde la distancia nos supo bastante a poco, sin embargo nos supo a demasiado que nuestra pequeña de dos años tuviera que pagar 5€ cuando no paga en el AVE. Por esta razón la actividad en el Carrilet se merece una foto en blanco y negro.

Volcán Croscat

El camping está pensado para los más pequeños, con una zona de juegos, campo de deportes, paseos en poni, piscina, un restaurante en el que se come bastante bien con tronas y menú para los nenes y una granja con conejos, cabritas, varios tipos de aves, criadero de cobayas y un burro. Todos los animales tenían buen aspecto y parecían bien cuidados, además nos comentaron los operarios que la mayor parte del tiempo lo pasan fuera de los cercados en una granja cercana.

A modo de resumen diremos que Banyoles y la Garrotxa son un buen plan para echar unos días en familia, tanto si tu visita es una escapada desde la costa como si concibes esta comarca como destino en sí mismo.

A nosotros, además de querer volver a la Fageda d’en Jordà, se nos han quedado sitios suficientes en el tintero como para tener ganas de regresar en cuanto tengamos ocasión. Lugares como el Parc Pedra Tosca, Montagut y Oix, Sadernes, el Mirador de Santa Martirià o el volcán de Santa Margarita merecen una segunda oportunidad.

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Las mejores guías de viaje en castellano:

 “Lo mejor de Girona, el Empordà y la Costa Brava” (Guías lo Mejor de Región Lonely Planet) 

 “Un corto viaje a Girona y Costa Brava” (Guiarama Compact – España) 

 “Pirineo de Girona. Costa Brava. 51 Rutas a pie, en bicicleta y en kayak” (Guia & Mapa)


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