Qué bien sienta Cádiz

Qué bien me sentaría ahora unas vacaciones de calorcito y playa, de atardeceres y arena blanca, de recorrer pueblos blancos muy guapos en poca ropa sin olvidar la rebequita por si refresca. Vamos que me sentarían tan bien como este verano nos sentaron unos días por la Costa de Cádiz.

Los planes no eran estos, pero los planes previstos se transformaron en cancelaciones, reclamaciones de billetes y planes B apresurados.

¿Qué buscábamos?

  • Seguridad, algo fundamental en tiempos de COVID
  • Huir de grandes concentraciones
  • Cercanía, respetando las restricciones de movilidad
  • Ni tan siquiera la pandemia ha podido arrebatarnos nuestras ganas periódicas de playa y espacios abiertos.
  • Asequible, relativamente. Al final uno se gasta lo que quiere/puede gastar y a nosotros no nos gusta gastar demasiado porque siempre hay que reservar para las siguiente escapadas.
  • Por último, y no por ello menos importante: Garantizar que el destino elegido fuera atractivo para los más pequeños. Aunque en este punto, alojarnos en un bungalow ayudó bastante.

Nos alojamos en el Camping el Faro de Conil situado a unos  40 km. de Cádiz capital.

En El Faro reina un ambiente tranquilo y familiar, donde los niños pueden hacer muchos amigos y “asilvestrarse” en un entorno controlado y carente de peligros.

Cuenta con programa de animación infantil diario en horario de mañana, lo que supuso una garantía para mantener a la pequeña ocupada y a nosotros merecidamente desocupados (de ella) por un tiempo.

Otros servicios a tu disposición

  • Piscina: De buen tamaño, limpia, con césped artificial, área de baño infantil y con espacios donde tumbarse y relajarse cómodamente. En el interior se respetaban mucho las distancias de seguridad, las medidas higiénico-sanitarias y los aforos mediante turnos. Además la temperatura del agua debía ser buena porque Marta no dijo “ni mu” a este respecto (y os garantizo que suele comentarlo cuando no es de su agrado).
  • Bar/Cafetería/Supermercado con amplio horario de apertura y que te sacaban de un apuro con calidad y a un precio justo.
  • En la página web aparece un gran logo de “freeWiFi” en su página de portada, sin embargo este servicio está disponible únicamente en los alrededores de la recepción, el restaurante y la piscina (punto negativo).
  • Pequeño parque con columpios, clausurado para evitar contagios…, en fin bar abierto/parque cerrado, todo muy congruente.
Camping el Faro – Conil

Estuvimos una semana en temporada alta y pagamos gustosamente menos de 700€ por la estancia. Nosotros nos alojamos en un bungalow con terracita que disponía de todo lo necesario, salvo las toallas.

No es el mejor camping de playa en el que hemos estado, muy mejorables las instalaciones infantiles, un poco más de espacio entre bungalows y más zonas verdes es lo que hemos echado en falta, pero sí lo recomendaríamos, por su buena ubicación, comodidad, limpieza, personal amable y al fin y al cabo, entretenido para los niños.

Resuelto el tema de la pernocta no queríamos que estos 7 días se convirtieran en unas vacaciones tranquilas de camping-piscina-playa cercana porque la Costa de la Luz tiene mucho que ofrecer y no podíamos dejar pasar la oportunidad de volverlo a vivir, esta vez en familia y en modo slow.

Está claro que en agosto el cuerpo, y hasta la lógica, te pedirán playita a gritos y en esta zona de Cádiz recibirás dosis de PLAYA en mayúsculas:

Cala del Aceite:

Era la que pillaba más cerca del camping a la que se podía llegar cruzando la estupenda pineda que rodea los acantilados que le dan acceso.

Arena dorada, limpia, muy buena para los niños ya que está más cerrada y tiene menos oleaje que otras de la zona, un precioso atardecer y chiringuito, ¿qué más quieres?

Cala del Aceite

Playa de Bolonia:

O mejor dicho Nuestra Señora de Bolonia porque es una playa que “@depatitas” admira y venera religiosamente.

No es fácil encontrar una playa virgen de casi 4 kilómetros de largo con piscinas naturales en su lado más oriental, una duna junto a pinares de más de 30 metros de altura que es monumento natural en su lado oeste y en medio las ruinas romanas de Baelo Claudia en muy buen estado de conservación. Arena blanca y aguas turquesas y cristalinas.

Playa de Bolonia desde la duna
Detalle Duna de la Playa de Bolonia

Playa de Zahora:

La Playa de Zahora es otro de esos lugares que habíamos dejado pendientes en escarceos anteriores por estas tierras, conocíamos bien Caños de Meca pero nunca nos habíamos dejado caer al otro lado del Faro de Trafalgar.

Playa virgen con algunos chiringuitos salpicados por la zona, ancha, larga, arena blanca y la perspectiva del faro. Según dicen, con un atardecer especial desde Sajorami. Sin embargo, en esta playa, el agua no estaba tan clara como en Bolonia y tiene algunas rocas esparcidas por las orilla que pueden arreglarte alguna uña de los pies o el día si te descuidas. Pero al fin y al cabo, otra jornada bien echada.

Playa de Zahora – Faro de Trafalgar

Playa del Puerco:

Desconozco quien bautizó esta playa porque su apellido es totalmente injustificado, no digo yo que muchos de sus moradores no hayan hecho méritos más que suficientes para ganarse un sobrenombre porcino (como en todas las playas ibéricas) pero la playa en si mola mucho.

Son más de 2 km. de arena dorada flanqueados por acantilados. Nosotros plantamos el campamento junto a la Torre del Puerco, zona en la que hay parking. La playa es estupenda, pero es muy abierta y por tanto es fácil toparse con algo de viento y oleaje.

Por la  zona había algunos chiringuitos muy cool de esos de atardecer y estocada para que los/as aspirantes a instagramers puedan darle salida por las redes al modelito que compraron en el mercadillo de Ibiza.  

Playa del Puerco

Cala del Frailecillo:

Sin ir más lejos pasamos de la escatología del puerco y su torre a un siervo de dios pequeño sin salir del término municipal de Conil.

Conforme desciendes el acantilado por las escaleras que dan acceso a esta pequeña cala ya lo vas flipando poco a poco y nosotros hubiéramos flipado del todo si el día que fuimos el oleaje nos hubiera aguado un poco la fiesta. Una cala preciosa en un entorno magnifico, pero poco adecuada para ir con niños, por las olas y la profundidad.

Cala del Frailecillo

Playa del Palmar:

El Palmar no tiene  nada de especial, pero para mí es una de las playas más especiales en mi vida.

Aquí aprendí a surfear y siempre que vengo disfruto de este deporte tanto dentro del agua paleándome con las olas, como fuera con el ambientillo que hay al otro lado de la carretera lleno de restaurantes, mercadillos, escuelas de surf  y parkings de pago.

Playa del Palmar
Playa del Palmar

Todo el mundo sabe que una buena sesión de playeo es agotadora, y en este viaje, nos dimos unas cuantas, pero habría sido imperdonable dejarnos llevar por la pereza y perdernos Vejer de la Frontera, aunque sus cuestecitas merezcan una dosis extra de energía, lo que te ofrece bien lo merece.

No es de extrañar que este considerado como uno de los pueblos más bonitos de España y a pesar de ostentar la distinción de zona de gran afluencia turística y a pesar  también, de ser plena temporada alta en ningún momento nos sentidos abrumados por el gentío pudiendo incluso recorrer las estrechas callejuelas del casco antiguo sin agobio alguno.

Calles de Vejer
Plaza de España

Chapó por Vejer, se merece un 10, no sólo por lo bonito que es, si no también, por convertirse en un acierto seguro.

Al contrario, Conil nos mostró sus luces y sus sombras.

La luz del día iluminaba los encantos que han hecho famoso a este pueblo desde siempre: sus calles, su ambiente “casi” pesquero y mogollón de sitios para comprar o tomar algo donde bastaba un poco de respeto para sentirse cómodo y seguro.

Por nombrar un sitio, Bar los Hermanos. Siempre que asomamos por Conil picamos (sobre todo pescado en sus mesas). Es un semiautoservicio con una buena relación calidad precio.  La única pega (siempre hay alguna) nada tiene que ver con la calidad del servicio o de los productos que ofrecen en su barra. Está más bien relacionada con el acceso a la tecnología. Me resulta inquietante que en mogollón de lugares del mundo se puede pagar con el reloj y que la tecnología de un simple datafono no haya llegado aún a este pueblo de Cádiz.

Por el contrario, la noche traía consigo las sombras. El casco urbano de Conil no es muy grande y había tanta gente y todos tan juntitos que pronto comencé a somatizar los primeros síntomas.

Llámame paranoico pero esa noche ya se veía venir la 2ª y 3ª ola para la que, como se ha demostrado más tarde, no estábamos preparados para surfearlas.

Pese a todo, #quebiensientaCadiz

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