El viaje que nunca llega

En mi caso y supongo que en la mayoría, la maternidad ha cambiado, creo que a mejor, mis prioridades y mis intereses. Muchas cosas han dejado de importarme, otras sencillas y que nada tienen que ver con mi bebé se han convertido directamente en fuentes de felicidad ahora que han dejado de ser habituales, planes de padres que antes veía aburridos ahora me encantan,…., y luego está VIAJAR, pasión que no sólo no me abandona sino que se hace más necesaria que nunca.

Ilustración de Amanda Cass


Porque hay algo peor a que te quede mucho tiempo para el próximo viaje y es que ni siquiera sepas cuando podrás hacerlo. Si a todos los meses que llevamos en sequia vacacional (por motivos de trabajo, NO por habernos convertido en padres) le añadimos esta incertidumbre y que quedarse en casa ha perdido todo aliciente como ya comenté en otro post, el resultado es que estoy al borde de que me dé un jamacuco.

En este tiempo hemos cambiado tres veces de residencia de punta a punta de España, hemos tenido la oportunidad de conocer lugares preciosos y poder disfrutar del mar a diario. Pero el turismo nacional de un día no me consuela, necesito YA poder hacer un equipaje que no sea para una mudanza, sentir el gusanillo del pre y del durante el viaje, el encanto de lo desconocido, cuanto más lejos mejor pero aunque no salga del continente  me conformo, de levantarme por la mañana, incluso temprano, invadida por esa típica ola de emoción de estar ante lo nuevo de cualquier otra parte y de seguir viendo el mundo con el incentivo de hacerlo también a través de los ojos de Telma.
Si, es posible que con su edad le dé igual estar en el parque cerca de casa que en los Alpes Julianos, sin embargo yo apenas recordaré el día del parque, el de los Alpes seguro quedará tatuado en mi memoria de por vida.
Así que en estas me encuentro
 

Virus viajero corriendo por la sangre + no tener una fecha a la vista

Se traduce en:
Que te dé un vuelco el corazón cuando ves ofertacas de vuelos, y tú sin poder comprarlos.
 

Intentar ahorrar como una descosida para cuando llegue el momento de salir pitando y que al menos sirva para algo este tiempo de abstinencia viajera.

A falta de tener un destino en mente hacer listas de muchos posibles en función de la época del año y días disponibles, podría llenar una libreta.

El poco tiempo libre que te queda pasarlo en las redes sociales entre viajeros porque solo allí te sientes comprendida aunque a la vez suponga un auto fustigamiento permanente.

Tener nauseas y no saber si es porque vas a vacunar a la niña o es por el mal rollo envidioso que te está dando ir escuchando al dichoso Paco Nadal contando su viaje por China, preocupante.

Tener que contener tu ira, o no, cuando alguien te dice “bueno, esto es lo que hay, ya llegará”, “¿es que no hay más cosas que viajar?” “si como España no hay nada” o “tranquila, con la niña mejor así”

Ir al Decatlón donde todo te recuerda a aventura, sufrir un sincope (especialmente en el pasillo de las mochilas) y querer llevarte toda la equipación para un siguiente viaje, ese que no llega, pero por si acaso, tenerlo todo listo.

Que te den ganas de llorar cuando ves fotos de viajes anteriores.

¿Alguien al otro lado que le pasen cosas parecidas?, por favor, decirme que no estoy sola y sobre todo que no estoy loca que con mi antigua profesión sería una nueva paradoja.

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5 comentarios en «El viaje que nunca llega»

  1. Madre mía, menos mal!!! Afortunadamente me llegó un momento de más estabilidad y con ella las fechas de viajes y los viajes!!! con Eslovenia y sobre todo Japón me quite el monazo, pero de verdad que me iba a dar un sincope. Lo malo es que ya mismo empiezo otra vez…ay ay

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