Lanzarote es más que lava…

Aunque Lanzarote nació de sus propias entrañas hace ya 11 millones de años, parece como si la madre tierra no quisiera que estuviera ahí y por ello le castiga azotándola continuamente con las armas que dispone, el viento, el fuego y el mar.

Sin embargo, la isla soporta estoicamente los envites de la naturaleza mostrándose más orgullosa y bella a cada golpe.

A ningún otro lugar le queda tan bien estar “quemado”, porque el contraste del azul del cielo o del mar sobre el negro volcánico adornado con casitas de blanco nuclear es algo que enamora desde el primer instante.

Lanzarote es más que lava, porque es acantilados, playas, cactus, cultivos inverosímiles, pueblos llenos de encanto, surf y paisajes únicos. ¿Qué más se puede pedir?…. volver. Sin embargo, hasta que ese regreso llegue, me quedo con lo vivido:

 Caleta de Famara

El campo base. Un estupendo lugar para alojarse que sabe a pueblo de pescadores mezclado con parafina para la tabla de surf.

Famara conserva la esencia del urbanismo tradicional de la zona con calles sin asfaltar aderezadas con las tablas que adornan las puertas de las tiendas y escuelas.

En los bares de aquí se habla de olas y “swell”  mientras se comen “papas arrugás” con algún pescado.

En Famara se surfea, pero también te pilla todo a tiro fuerte de piedra…

Teguise

Después de la capital, Teguise es la segunda localidad más poblada de Lanzarote. Aquí podrás encontrar servicios inexistentes en otros pueblos como por ejemplo una farmacia muy necesaria en casos de hipocondría de padres novatos (ojo, no suele haber farmacias de guardia en la isla por lo que la paranoia por comprar un termómetro a deshoras para descubrir que tu niña no tiene fiebre puede resultar del todo inútil).

 

Hay dos formas de disfrutar Teguise. Por un lado puedes sumergirte en la tranquilidad de esta villa de corte noble y señorial disfrutando de sus calles y plazas adoquinadas, de los bazares de artesanía o de su rico conjunto arquitectónico, eso sí de lunes a sábado.

O el domingo cuando todo el pueblo se convierte en mercadillo y la tranquilidad se torna bullicio, gentío, parking a 1.80€ y clavadas por churros cuyo sabor no se acerca ni por asomo a su precio.
Aunque este mercadillo se ha convertido en un “Guiripark” resulta curioso encontrarse puestos que venden calzoncillos “UOMO” a dos euros mezclados con cuidadas tiendas de artesanía o de productos naturales locales.
 

A pesar de caer en una morbosidad casi macabra, he de recomendar echarle un vistazo al jardín de una de las primeras casas que encuentras nada más dejar el coche en los aparcamientos para entrar en el pueblo. No sé cómo definir el estilo decorativo de esta vivienda, pero diría que es algo así como Diógenes con toques macabros que mola un huevo.


Jardín de Cactus

Situado cerca de Guatiza, fue el último trabajo de César Manrique en la isla. Por 5,50€ por persona puedes darte un paseo por este espectacular cactarium. Un lugar muy recomendable.

Punta Mujeres

Punta Mujeres es una de esas gratas sorpresas que no te esperas pero que emocionan.

Se trata de un pueblecito pesquero muy tranquilo, con sus casas blancas de puertas y ventanas verdes o azules, calles que desembocan en el mar y piscinas naturales  de agua cristalina producto de las erupciones del cercano Volcán de la Corona.

 Aquí comimos en un buen sitio que además era baratito: “Bar la piscina Pichón”

Cueva de los Verdes

La Cueva de los Verdes es un “tubo volcánico”, con 6 kilómetros conocidos, de los que se recorre uno en la visita guiada.

Lo que diferencia esta gruta de muchas otras es el diseño del recorrido, la colocación de la iluminación y la música que te acompaña en las diferentes bóvedas todo ello obra de Jesús Soto.

El secreto de la cueva seguirá a salvo conmigo!!!

Playas raras en el Monumento Natural de la Corona


Mirador de Guinate

Se trata de una glorieta al filo del acantilado del Risco de Famara con impresionantes vistas a la isla de la Graciosa y los islotes que componen el Archipiélago Chinijo, muy similares a las que se ven desde el Mirador del Río, con la gran diferencia de que Guinate es gratuito.

 

Para llegar hay que atravesar el pueblo de Guinate y seguir su calle principal hasta el final.

Mirador de Guinate


Parque Nacional de Timanfaya

Lanzarote es más que lava, pero también la lava forma parte fundamental de Lanzarote y el Parque Nacional del Timanfaya es la mejor muestra de ello.

A la locución del autobús en el que haces la ruta le faltaría decir “…bienvenidos a Marte”, porque te adentra en un paisaje volcánico, tan inhóspito como el del planeta rojo, pero no te agobies porque el entorno apocalíptico se atenúa cuando decenas de turistas se arremolinan para ver como se brasea el pollo con gases volcánicos.

 

La Geria

Una postal típica de las Islas Canarias es la forma que tienen de cultivar las vides. Hay que ser muy “majo*” para obtener vino en una zona con tanto viento y tan poca lluvia, pero si además con la solución creas un paisaje singular y conviertes las viñas en postales es que eres muy creativo.

 

*Majo: Pueblo de raíz bereber de origen norteafricano que habitaba Lanzarote.

Charco de los Ciclos y Playa del Golfo

El contraste de colores entre un lago verde intenso, los tonos azules y blancos del mar y del cielo y los rojos y negros del material volcánico bien merecen una foto indispensable.

Los Hervideros

La lava llega hasta el mar y al chocar con el agua crea formas alucinantes. Bufones, cuevas, el mar entrando y saliendo del interior de la roca haciendo ruido… si, un verdadero hervidero que hay que ver.

Salinas de Janubio

¿He dicho que Lanzarote es inhóspito y singular?

Seguro que sí, pues no te pierdas las salinas que no te defraudarán.

 

Mirador de Femés

Si tienes un buen día puedes disfrutar de unas magnificas vistas del sur de Lanzarote y Fuerteventura. Pero con día despejado o sin él, nos parece igual de recomendable subir hasta este balcón en la pequeña localidad de Femés junto a la Iglesia de San Marcial del Rubicon. Un remanso de paz rodeado del blanco deslumbrante lanzaroteño.

 

No olvidemos que estamos en una isla, y como tal hay que disfrutar de sus playas. Teníamos entendido que las mejores playas se encontraban en la zona sur, cerca de Playa Blanca (núcleo urbano totalmente prescindible si no te va el “turistismo benidoriano”.

A pocos kilómetros, dentro del espacio protegido de Los Ajaches encontramos algunas playas sorprendentemente libres de edificaciones que podrás disfrutar previo pago por ensuciar el coche para llegar hasta ellas. Por destacar alguna mencionaré las que indica mi guía: Playa Mujeres, El Pozo, Caleta del Congrio, Puerto Muelas y El Papagayo, nosotros nos dejamos hacer (nunca mejor dicho) en la que está justo a la derecha de la Playa de Papagayo, no sabemos su nombre pero era impresionante.

 

Las playas tranquilas, de arena blanca y aguas cristalinas molan un montón, pero la furia del mar traducido en olas que surfear también.

 

Además de Famara, todo surfero que se precie debe visitar la playa de La Santa donde se encuentra la ola más constante de Lanzarote, una derecha  que rompe sobre fondo rocoso frecuentada por locales (ojo y respeto) que entraña cierta dificultad.

 

Arrecife

Siendo sinceros, no se viaja hasta mitad del Atlántico por Arrecife, pero es la capital y por una razón o por otra te dejarás caer por aquí en algún momento.

 

Mis razones son tres: 1. Aeropuerto, 2. Mis adicciones, tengo un problema con los productos de la marca blanca del “Mercadona” que estoy intentando solucionar y 3. el paseo que rodea el Charco de San Gines, callejea por el casco antiguo y desemboca en el Puente de las Bolas para alcanzar el Castillo de San Gabriel.

 

Merece la pena.

Arrecife

No puedo terminar esta entrada sin hablar de César Manrique porque en gran medida es el culpable de que, hoy en día, Lanzarote sea tan especial.

 

Este pintor, escultor, arquitecto…  soñaba con encontrar la armonía entre el arte y la naturaleza y encontró en la isla el lienzo perfecto para hacerlo realidad.

 

Suyos son, entre otros, los Jameos del Agua, el Mirador del Río, el Jardín de Cactus y El Taro de Tahíche  la que fue su casa y hoy es la sede de la Fundación de Cesar Manriquellámame frívolo, pero mientras todo el mundo se fascinaba con la conjunción entre diseño y entorno natural yo me imaginaba las fiestorras que debían celebrarse en esta casa, soy así de básico.

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