El Algarve, parece mentira pero está a la vuelta de la esquina

 

Portugal está tan cerca que olvidamos que se trata de un país diferente lleno de cosas interesantes que ver y disfrutar. De norte a sur descubrirás paisajes y lugares  interesantes y dispares, pero sin duda es la zona más al suroeste del país donde radica su mayor encanto. Playas kilométricas, curiosas formaciones rocosas esculpidas a base de siglos de erosión y su inconfundible ambientillo surfero hacen del Algarve un destino imprescindible que está a la vuelta de la esquina.

De camino a Lagos hicimos una parada en Portimao para conocer Praia de Rocha, una playa preciosa bordeada de acantilados. Sería un lugar idílico si no fuera porque está en una zona urbanizada. Por la temperatura del agua, helada también en verano, pienso que el mejor momento para disfrutar de esta zona debe ser primavera y al menos evitas las masificaciones en la playa.

Praia de Rocha, Algarve


 
 
 
 

Después de recorrernos esta playa, partimos hacia Alvor, pequeño y pintoresco pueblo en la desembocadura de un río. Buen lugar para comer una ración de sardinas por poco dinero en la zona del puerto. Ojo con los precios, al precio de lo que pides hay que añadirle un suplemento (de unos 3,25€ por persona) por aperitivo un aperitivo que te ponen.


Por fín llegamos a Lagos, donde nos alojaríamos 3 noches por 72€ en el Hotel Riomar bien situado, aunque normalito tirando a no tanto. En cuanto empezó a oscurecer y salimos a cenar, me di cuenta que había sido una gran idea venir hasta aquí. Me encantó su casco antiguo con su laberinto de callejuelas, terrazas, tiendecitas, puestos abiertos hasta tarde y muy buen ambiente. Pero lo mejor de todo, el litoral de los alrededores con las formaciones rocosas de Ponte da Piedade,  Praia Dona Ana y Praia do Camilo, posiblemente las más bonitas de todo el Algarve.

 

Fuimos al Cabo de San Vicente, el extremo suroeste de Europa, un lugar único para disfrutar una panorámica de la costa atlántica. Recomendable ir al atardecer y abrigado.

 
 
 

Una de las razones fundamentales que nos trajo a la punta de Europa es Sagres. Soy muy aficionado al surf, mas concretamente al bodyboard y este enclave es famoso por la perfección de sus olas para practicar este deporte. Sin embargo, me sorprendió bastante más lo que encontré fuera del agua. Sagres es un pueblo pequeño y acogedor. Por los alrededores hay un montón de surfcamps que le dan a la zona un rollito muy surfero. Encontraras preciosos acantilados, playas amplias, salvajes, de arena dorada, y agua limpia. Destacan las playas de Tonel y Beliche.

 

 

 
 
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